miércoles, 19 de septiembre de 2012

Escupitajo


Centro de Medellín, Colombia


Caminaba por las calles del centro de la ciudad, calles olorosas y sucias, acompañada de una horda que giraba en diferentes direcciones; me dirigía hacia mi refugio, quizá el único lugar que me aleja de las lógicas citadinas, pero se me acerco una imagen… la veía acercarse lentamente por mi espalda, era una sombra que el gentío evitaba; se que las caras de las mujeres refinadas se estremecían al verlo pasar, los hombres lo evadían con sus miradas amenazantes, y las sombras pedían no cruzarse con el reflejo de este sujeto. Sin embargo, yo no pude evitarla, mi espalda no tiene ojos, solo presiente fantasmas y energías de sujetos que se alejan al pasar, pero jamás ha visto de manera factible. Al no poder esquivar esa presencia, se adelantó tres pasos míos, me miró fijamente y de su boca salió una saliva lenta y pesada dirigida hacia mí; ¡era un escupitajo!, blanco, espumoso y sobretodo denso, cargado sin sentido pero con toda la razón que no puede evitar solo un cuerpo invisible, despreciado y apagado en medio de la ciudad.

La cosa semilíquida, quizá hasta gel, se escurría en mi cara, mientras yo asustada y enfrentada a una situación inimaginable, yacía parada enfrente de este señor, sin ningún movimiento, estaba sola, pues la horda insistía seguir su camino en múltiples direcciones, y los dos representábamos solo una situación absurda del centro de la ciudad. Por un momento pensé que iba a ser abordada por otras personas, pero no, nadie se interesó en mí, era igual de invisible al sujeto que me había escupido, entonces decidí retomar unos pasos atrás y quedarme mirándolo, sin limpiarme el fluido flemoso de la cara, sola y contemplativa frente a la cara de mi adversario, y preguntarme ¿quién eres para escupirme?.

Realmente la historia no llevó ningún escupitajo, devolvámonos unos segundos. Mientras caminaba por la muchedumbre para acercarme paso a paso a mi refugio, un hombrecito con un largo recorrido en este mundo se me acercó, hizo que retirara mis audífonos de mis oídos, y me preguntó que si podría regalarle un pan y un café; yo solo sonreí, no puedo evitarlo frente a cualquier situación que amenice mi día ya sea por miedo, alegría, tristeza o conmoción… acercándonos a la tienda me dijo que no parecía de aquí, cosa que me molestó, pero igual compramos lo debido y con un “buen día señor” me aleje de su presencia. Esa despedida que refleja cierto deseo de buena vida quizá se materialice o tal vez no, puede que caiga, se tropiece o sea atropellado y nadie este para ayudarle, tal vez decida ir por un callejón y se encuentre con un grupo de machos que decidan hacer justicia a la mejor manera de esta ciudad, o tal vez encuentre en algún parque o espacio “público” un evento que lo entretenga y lo saque de su realidad.

Yo, sola, entre a mi casa y sentí la sensación de una baba densa y sucia que me jalaba la cara hacia el piso, me gritaba algo pero por ser inanimada no le quise prestar atención, y en resultado del asco propio, no por la baba inexistente que colgaba en mi cara, me descargue una vez más en la cama preguntándome ¿quién soy para decirle un “buen día señor”?.

domingo, 9 de septiembre de 2012

LA MUERTE SIEMPRE CERCANA

[Esperé mucho días para publicar esta nota que escribí escuchando las olas enfurecidas, las lágrimas de una mujer enamorada y el viento susurrar. Takk Ecuador]

LA MUERTE SIEMPRE CERCANA

La muerte cercana|
el brillo de su espada "heroica" se refleja en tu ojos|
el contradictorio descenso de la tortuga: furia de la naturaleza - espada de campesino|
un rato de sexo sin cuestionar el sentimiento|
una lágrima que jamás te toca|
el temor de la aventura|
las ansias por correr sin rumbo|
la imagen de una mujer oscura que amas y se desvanece|
(la extrañas?)|
el control de las emociones|
las palabras, dolores, directas a mis senos|
el resplandor de la luna sobre tu cuerpo negro?
la muerte siempre cercana.

"I can taste the fear" -Arcade Fire.