como Gustav, te hallamos divinidad. |
Que pensarás
tu peliroja, mujer de color suave y frío como la nieve; que meditarás cuando tu
cuerpo alto y con finas curvas pasan por los ojos sedientos de una sociedad que
sufre de gula. Me imagino tus gestos y las gafas invisibles que usas al
desfilar por los pasillos de las facultades, de los teatros, o de los boulevard; transparentes pero fuertes
fingiendo frialdad e indiferencia a las salivas que cuelgan de los ojos de hombres
lobo. Pretendes o finges tras un disfraz que te compraron desde pequeña para
poder salir a las calles de la ciudad, de la furia, del cinismo y los
violadores. Se que tu sonrisa se oculta tras la seriedad teatralizada para no
dar malas impresiones, y que debes acudir a la delicadeza de las palabras
cuando un sujeto te subestima en los senderos de tu oficio.
Te siento
callada, tímida a mi mirada, no quiero devorarte, no ahora, no de esa forma…
quisiera tocar tus dedos con la delicadeza de tu real mirada, definirte lo que
siento cuando tu presencia se impone como un espectro –silenciosa, misteriosa y
encantadora- en la biblioteca, y aunque no te das cuenta, yo miro de manera
imprevista tu surrealista cabello. Se que jamás recibirás un beso de mi parte…
porque siempre andas pensando, y nosotros, los humanos que te deseamos sin
correr las cortinas de tu voz y hallar el centro de tu real existencia, nos
quedaremos aquí, deseosos, mendigando tras imaginarios, esperando por cual será
tu nuevo disfraz.